sábado, 20 de octubre de 2012

Cuento

La bella princesa


Había una vez una plebeya que vivía en un hermoso castillo, pero era una simple sirvienta. Y su patronas la trataba muy mal. Dulcina era muy bella, por eso las hijas de la patrona la trataban con mucho desprecio.

Dulcina era tan buena que le daba igual. Hasta que llegó ese gran día en el que estaba esperando el baile soñado, estaba emocionada, vivía contando las horas  para tan especial ocasión. Pero ese mismo día, las hijas de su patrona querían que lave mucha ropa. La bella Dulcina dijo que no podía porque tenía una fiesta, y las jóvenes envidiosas se molestaron muchísimo, porque a ellas no las habían invitado.

Fueron a quejarse donde su mamá, y esta la castigó y la obligó a hacer las tareas domésticas de la casa. Las hijas fueron al baile, pese a que no tenían invitación, las dejaron pasar. Dulcina, muy triste, se fue a dormir, con lágrimas en los ojos, y no tenía ganas de hacer nada. Después de unas horas, se le apareció la imagen de su madre, ya fallecida, y le dijo: "Hijita linda, no tienes por qué dejar de ir a esa fiesta, yo te doy permiso. anda y disfruta del baile porque te lo mereces". Dicho esto, la imagen desapareció y la bella chica se cambió, se puso el vestido que había bordado con mucha anticipación y se puso los zapatos de baile.

Rápidamente, llegó hasta el castillo e ingresó al baile, llamando la atención de todos los presentes porque estaba muy linda. Uno de los que se quedó prendado de Dulcina fue el príncipe Enrique, quien la sacó a bailar y no la volvió a dejar en toda la fiesta. Se conocieron más, hablaron mucho, mientras las hijas de su patrona estaban moradas de la envidia.

Antes de las 12 de la noche, el príncipe, le dijo a Dulcina que sea su novia, y ella aceptó. Poco tiempos después, se casaron, vivieron en un hermoso castillo, tuvieron lindos hijos. Comieron perdices y vivieron muy felices para siempre.

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